En su trabajo del departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Tucumán surge esta publicación: Atlántida, un proyecto editorial. Bontempo, M. Paula (Universidad de San Andrés / CONICET).
Constancio Cecilio Vigil, perteneciente a una familia tradicional uruguaya, nació en la ciudad de Rocha, Uruguay, en 1876. Tuvo contacto con el periodismo a través de su padre, Constancio Vigil, abogado y fundador del diario La Ley (1864), opositor al régimen de Latorre. Se graduó como Bachiller en Ciencias y Letras en la Universidad de Montevideo y comenzó su ocupación literaria con poesías publicadas en la revista dirigida por José Enrique Rodó. Colaboró en el diario El Nacional de Montevideo y El Uruguay y, en 1900, fundó su primer semanario político-literario, La Alborada. Luego dirigió el diario La Prensa de Montevideo, órgano del partido “blanco”, hasta que el gobierno lo clausuró en 1903. A partir de entonces, se radicó en Buenos Aires y continuó su labor como escritor y periodista.
Su amplia obra divulgadora de valores cristianos y mensajes pacifistas fueron el sustento para validar la nominación de Constancio Vigil para el Premio Nobel de la Paz en 1936 11 y para recibir, de manos del Papa Pío XII en 1949, la Cruz Lateranense de Oro.
Sobre sus escritos según Ricardo Falcón, la filosofía krausista se caracterizaba por ser un panteísmo en el cual sobresalía la relación personal con Dios más allá de las iglesias establecidas, un respeto a la vida social, y la convicción de transformación social mediante la educación. La difusión del pensamiento de Karl Krause, quien reivindicaba las figuras de Pestalozzi y Froebel, también se extendió en el ámbito educativo. La corriente pedagógica espiritualista que se basó en esta filosofía -la cual formulaba la valorización de la libertad infantil, la espontaneidad del niño y el estímulo a su autonomía- parece estar presente en la propuesta de Pulgarcito y en los libros infantiles de Vigil.
Para el autor, los males sociales de Occidente encontrarían la solución en un regreso al amor de Jesús. Vigil advertía que se llegaba a este amor con la siguiente fórmula: “amad la naturaleza, (...) amad a los hombres, (...) amad la tierra, (...) amad a Dios y tomará vuestro espíritu.
Estas presunciones junto con otros indicios también sugieren una vinculación entre las ideas de Vigil y las nociones provenientes de corrientes ocultistas - espiritistas y teosóficas- que tuvieron auge en las primeras décadas del siglo pasado. Aunque la relación entre ocultistas -teósofos- y espiritistas es débil porque, según Daniel Santamaría, constituyen fenómenos sociales y religiosos distintos, ambas eran corrientes cientificistas, evolucionistas y seculares que sostenían la creencia de la reencarnación.33 Mientras los espiritistas, seguidores de Allan Kardec - autor de El Libro de los Espíritus- y León Dennis, creían en la existencia y las enseñanzas de los espíritus y buscaban su manifestación mediante sesiones mediumníticas, la corriente teosófica -fundada por madame Blavatsky- era escéptica a estas prácticas.34 De acuerdo con Susana Bianchi, el espiritismo argentino, desde fines del siglo XIX hasta principios del XX, tuvo un peso significativo y se congregaban en varias sociedades, entre ellas Constancia y La Fraternidad. 35 Además de las ideas positivistas, cientificistas y evolucionistas conjugadas con una trascendencia metafísica, los espiritistas adherían al anticlericalismo y a una ética que implicaba “el ejercicio de estrictos valores morales, entre los cuales, la caridad ocupa un papel central”
Otro apartado consonante con los ideales humanitarios y morales era “Tipperary”, la “ciudad ideal.” Esta sección recogía “lo mejor” de cada ciudad y país del mundo que el director, por una u otra razón, consideraba naciones civilizadas. Lugares donde no hay tráfico de vehículos, donde no existía el analfabetismo, alcoholismo ni enfermedades. Distritos donde estaba desterrado el abuso económico de abogados, jueces y médicos. Por último, a lo largo de todo el semanario aparecían sentencias morales del tipo: “¿Hizo Ud. algo que represente el progreso de su espíritu? ¿Hace Ud. algo cada día para sustituir la caridad por la justicia? ¿Hace Ud. cuanto puede para destruir el bárbaro prejuicio de la inferioridad de la mujer? ¿No cree Ud. que el americano es un ciudadano natural en toda república de América?”